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Tapa de La Infancia desarraigada en tierras hispanohablantes (Marie-Élisa Franceschini-Toussaint i Sylvie Hanicot-Bourdier, dirs, 2024) Show/hide cover

Aproximación a las niñas, niños y adolescentes peruanos en situación de calle

Ser niño o adolescente en el Perú, en un país en que el grupo etario de los menores de 20 años fue mayoritario durante largos años –representa el 34,6 % de la población según el censo de 2017 en contra del 54,4 % en 19721– y en el que la pobreza afecta a numerosas familias, es, para muchos de ellos, un período difícil de su existencia. En este artículo, presentaremos, primero, las situaciones diversas a las que remite la expresión «niños de la calle». Intentaremos definir luego su perfil típico y, para los que tienen la calle como único domicilio, trataremos de entender su modo de vida. Frente a la magnitud de este problema social que afecta numerosas ciudades, expondremos, por fin, las medidas tomadas por los distintos gobiernos para intentar resolver en parte dicha preocupación.

¿Qué realidades encubre la expresión «niños de la calle»?

Según el programa nacional Yachay –palabra quechua que significa «aprender»–, emprendido por el gobierno en 2012 en Lima y extendido luego a todo el país, la expresión «niños de la calle» encubre varias realidades2. Remite, primero, a los que trabajan en la calle en relación con su familia o independientemente de ella. Venden golosinas, cigarrillos y otras chucherías, lavan coches, ayudan a sus padres en los mercados y comercios, lustran zapatos. Según la legislación peruana, un adolescente no puede trabajar legalmente antes de los 14 años y en condiciones restringidas en función de la peligrosidad de las tareas que efectúa, pero muchos niños conocen el trabajo a partir de los cinco o seis años. El país presenta la tasa más alta de trabajo infantil de Sudamérica: alcanzaba el 21,6 % conforme a las estimaciones de la OIT en el año 20183 y, desde entonces, va aumentando. En efecto, para las poblaciones andinas y afrodescendientes, la noción de trabajo de los niños desde su prima edad está anclada en las mentalidades y la situación económica provocada por la pandemia de Covid-19 va generando cada día más precariedad. Hasta el año 2017, la actividad de los menores disminuyó cada año y ahora la tendencia se va invirtiendo. En el 2021, se notó un retroceso al nivel cercano al del año 2013, con magnitudes entre el 11,3 % y el 13,3 %4. Esta realidad resulta tanto más preocupante cuanto que el Perú había previsto erradicarla en el 2021 y acaba de prorrogar el plazo al 2025, y sin duda, dada la amplitud del problema, tampoco podrá alcanzar dicha meta en esa fecha. En 2015, el 16,2 % de los niños de cinco a 17 años que vivían en una ciudad, o sea 871 700 menores, trabajaban. De hecho, en zona urbana, el 4,7 % de los cinco-nueve años, el 17,9 % de los 10-13 años y el 30 % de los 14-17 años efectuaban un promedio de 14 horas semanales de ocupación económica, como lo confirma la encuesta nacional sobre trabajo infantil realizada entonces5. En Lima, según las cifras avanzadas por el programa Yachay, 231 286 menores laboran en la calle: 27 372 tienen entre seis y 13 años y 203 914 entre 14 y 176.

Otras categorías conciernen a los niños y adolescentes que mendigan y a los que están explotados sexualmente. Es difícil tener una cifra real de la mendicidad infantil ya que se disfraza de venta ambulante o de canto en los medios de transporte, pero un conteo realizado en la provincia de Lima en 2017 estimaba que representaba el 4 % de los niños que se encontraban en el espacio público7. En 2021, según estadísticas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, los educadores de calle brindaron ayuda a 576 menores de esta categoría8. En efecto, el niño es un gancho para atraer la compasión de los transeúntes, sobre todo de noche, y la mendicidad resulta ser una actividad muy lucrativa, controlada por mafias que explotan a los muchachos.

Estas bandas están integradas por un mínimo de tres personas. Una capta a los niños en los barrios de San Juan de Lurigancho, Comas, Villa El Salvador, San Juan de Miraflores, cuyos padres trabajan y viven en extrema pobreza. Les ofrecen de 10 a 20 soles por tener al niño o la niña unas horas. Los padres acceden por dinero y por no tener donde dejarlos mientras laboran. Otro miembro de la mafia reparte a los niños a mendigos que aguardan por ellos en las afueras de centros comerciales, restaurantes o zonas de alto tráfico. A los niños/as de brazo se les drogan (sic) para dormirlos por muchas horas. También saben cómo vestirlos y qué guión enseñarles9.

Con la pandemia de Covid-19, esta realidad se dispara por todas partes: basta con hojear los periódicos para convencerse de ello10.

En materia de explotación sexual, el estudio de Mariana Benavente Flores consigna 318 denuncias en 2015. Corresponden a 1 835 víctimas, de ellas 182 menores11. En 2018, se registraron 504 acusaciones y, entre enero y mayo de 2019, 137. Las mujeres eran mayoritarias, y el 32,5 % era menor de edad. En cuanto a los varones, los menores representaban el 41,8 %. Gran parte de los perjudicados había alcanzado el nivel de estudio secundario. El lugar de explotación se da principalmente en los night-club y los prostíbulos. Los afectados fueron atraídos por el engaño y por la concesión o recepción de pagos anticipados12. Entre 2016 y 2019, 77 niños menores de cinco años y 1 435 adolescentes de 12 a 17 años fueron objetos de trata13.

En cuanto a los niños y adolescentes que viven en la calle, tampoco es fácil tener una evaluación fidedigna de su número a causa de su volatilidad, pues van cambiando de lugar permanentemente. Varios hogares que los acogen en Lima (Hogar Cima y Centro Shama, por ejemplo) estiman que serían entre 1 500 y 2 000 en la capital. A nivel nacional, en 2007, un estudio del INEI los evaluaba a 7 85314, no hemos encontrado cifra actualizada para el período reciente. Históricamente, a finales de los años 1950, estos jóvenes se designaban como «pájaros fruteros» porque robaban frutas en los mercados para alimentarse y terminan llamándose «pirañas» en la actualidad por su peligrosidad social15. Este grupo puede definirse, según Voces para Latinoamérica y Sinergia por la Infancia en un intento de esbozo de su perfil, como un

colectivo humano infanto-juvenil, que habiéndole debilitado o roto sus vínculos sociales y familiares ahora transita la mayor parte de su tiempo en la calle, haciendo de esta su hábitat y su submundo de socialización, todo ello dentro de un proceso progresivo e inadecuado a su personalización y estructura social16.

Perfil típico de las niñas, niños y adolescentes de las calles peruanas

¿Quiénes son los niños que trabajan en la calle?

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) entiende por trabajo infantil toda actividad que priva a los niños y adolescentes de su infancia, su potencialidad, su dignidad, y perjudica su desarrollo físico y psicológico17. Del 24,6 % de los jóvenes urbanos de 12 a 17 años que trabajan, el18,3 % ejerce ocupaciones peligrosas que no respetan el marco legal permitido para su edad. Desde el punto de vista gubernamental, es preciso erradicarlas18. Además, alimentan la actividad subterránea del trabajo informal que, en Perú, ocupaba el 59,5 % de la población en 2019 y se expandió al 74,3 % con la epidemia de Covid-1919.

El 57,1 % de los adolescentes trabaja para apoyar el negocio familiar y no cobra remuneración. Su participación a la actividad de los padres aligera de manera sustancial las cargas domésticas y la mano de obra gratuita que representan les evita reclutar a personal que la pareja no puede pagar. Los que trabajan fuera del círculo familiar perciben un pequeño salario, pero corren serios riesgos de ser explotados por sus empleadores20. Su aporte financiero es consecuente, pues cubre el 8,5 % de los gastos del hogar para las unidades familiares más pobres y llega hasta el 19,2 % para los adolescentes de 14 a 17 años21. Aunque gran parte de estos jóvenes trabaje por necesidad económica para garantizar la supervivencia familiar (el 53,6 %), algunos tienen otras motivaciones: les gusta trabajar (el 6,4 %), quieren ganar su dinero personal (el 23,5 %), aprender un oficio (el 1,6 %), comprar su material escolar (el 1,7 %)22.

La mayoría de estos niños y adolescentes pertenece a hogares biparentales (el 69,7 %) y el 23,5 % crece en familias monoparentales23. Sin embargo, prácticamente todos residen en viviendas precarias, a veces sin agua ni servicio sanitario básico24, y el 14,8 % es pobre25. En función de las horas que pasan en las vías públicas, van corriendo numerosos peligros: están directamente expuestos a la contaminación, a las intemperies, pueden hacerse explotar económicamente, no quedan prevenidos de malos encuentros, pueden hacerse enrolar en pandillas, drogarse, contraer enfermedades diversas, conocer abusos sexuales, ser víctimas de discriminaciones, tener accidentes, sufrir violencias, agresiones, robos. En efecto, la calle es por definición el espacio donde los menores son más vulnerables que en otras partes.

En Perú, el 93,8 % de los niños y adolescentes que laboran en las calles llevan conjuntamente su actividad económica y su programa académico26. Como las clases se imparten sólo por media jornada y los alumnos asisten por la mañana o por la tarde, según su grupo de referencia, el sistema facilita esta doble ocupación. Sin embargo, la escolaridad de estos jóvenes es a menudo caótica, pues solo el 11,6 % de ellos ha llegado hasta el final del ciclo primario y el 5,1 % ha terminado la secundaria27. El 23,2 % tiene que repetir el curso28, el 38,3 % de los seis-11 años y el 28,5 % de los 12-16 años de las familias más pobres tienen retraso escolar29. Las dificultades que encuentran en sus estudios obligan a algunos a abandonarlos prematuramente. Además, el 18,1 % de los alumnos afirma que no le gusta estudiar porque no entiende a los profesores o está en conflicto con ellos30. En los últimos años, se nota un aumento del trabajo en detrimento de la escolaridad. En 2017, la Defensoría del Pueblo registró una deserción del 6,3 % de los alumnos de secundaria31. En 2018, la asistencia a la escuela primaria de los sectores más pobres urbanos solo era del 93 % y a la enseñanza secundaria no superaba el 77,4 %32. Con la pandemia de Covid-19, los establecimientos escolares han estado cerrados durante dos años (abrieron de nuevo en marzo del 2022 en forma semipresencial cuatro horas diarias) y el trabajo infantil ha aumentado. La deserción escolar fue enorme, pasó del 1,3 % al 3,5 % en la enseñanza primaria y del 3,5 % al 4 % en la secundaria, cuando, antes, era un dato más marcado a este nivel. En efecto, el 99,6 % de los cinco-nueve años que trabajaba y el 97,7 % de los 10-13 años iba regularmente a clase, en contra de los 89,8 % de los 14-17 años33. En 2020, con el cierre de las escuelas y la enseñanza a distancia con el programa «Aprendo en casa», el 55,7 % de los niños que trabajaban dejaron de asistir a clase y no se matricularon por problemas económicos (75,2 %) y familiares (12,3 %)34. Las dificultades encontradas para conectarse, ya que numerosas familias no disponen de acceso a internet y poseen solo un celular, son también responsables en parte de esta desafección. Esta tendencia aumentó aún en 2021, dado que, en el área urbana, la tasa de los 14-17 años que estudiaban y trabajaban se incrementó de 5,5 puntos porcentuales comparada con el año anterior, pasando del 6,4 % al 11,9 %, y la de los adolescentes que trabajaban a tiempo completo pasó del 4 % al 6,8 %, marcando un crecimiento de 2,8 puntos porcentuales35. Todos estos jóvenes son víctimas de la pobreza y la precariedad en la que están sumidos con sus padres. Con el trabajo en la calle, entran en un círculo vicioso del que saldrán difícilmente. Con un nivel escolar bajo, tendrán mayores dificultades para insertarse en la sociedad, encontrarán menos oportunidades laborales, sociales y de realización personal; además, defenderán con dificultad sus derechos de ciudadanos. Para las chicas, la deserción escolar suele multiplicar los riesgos de embarazo prematuro36.

Muchas veces, la mendicidad organizada está dominada por mafias. En efecto, «tiene sus indicios de captación de niños y niñas, sobre todo en Puno, Huancavelica, Cusco, Lambayeque y Piura, con el fin de hacerlos mendigar en Lima»37. Este dato denota la incapacidad en que está la policía para luchar contra la trata. Sin embargo, durante las vacaciones de verano entre diciembre y marzo, llamó la atención de los educadores de calle del programa Yachay la presencia de numerosos mendigos o vendedores ambulantes de Lima que provenían de la región andina de Huancavelica, la más pobre del país, poblada de comunidades indígenas que conservan sus valores propios38. En esta zona donde predomina la pobreza extrema, esta migración se impone como una necesidad absoluta. Estos menores se pasan el día por la ciudad, entregados a sí mismos, sin la vigilancia de un adulto, y regresan por la noche al barrio de El Agustino. Se alojan en una habitación donde se agrupan con otros y duermen en el mismo suelo sobre cajas de cartón39. Los más chicos pueden ganar hasta 50 soles al día (11 euros), a veces más. Con este dinero, pagan su comida y los transportes. Al final de la temporada, pueden haber acumulado 800 o 900 soles (entre 180 y 200 euros), de qué comprarse un jean, zapatos o un celular, que sus padres no podrían pagarles y que se transforman en señales ostentosos de su emancipación y su éxito. La obsesión de ganar dinero los empuja incluso a privarse de almuerzo al mediodía si no han hecho negocios suficientes por la mañana y, a veces, tampoco cenan por la noche40. La experiencia de la ciudad los impacta definitivamente, como lo observa su profesora:

El viaje a Lima les cambia la mentalidad. En primero de secundaria recién están comenzando a viajar, pero cuando llegan a quinto grado piensan que lo único que importa es el dinero. Terminan el colegio y solo piensan en ir a Lima a trabajar41.

En Lima, descubren la independencia. A menudo, la influencia del espacio público es profunda y modifica su comportamiento:

Con dinero cambia todo. Ya en Lima los varones jóvenes tratan con muchísimas personas, en general a perfectos desconocidos, y cuando regresan a sus tierras ya están más rebeldes y poseen códigos sociales distintos a los de su comunidad. A veces hasta se vuelven más agresivos o borrachos42.

Los cambios observados en estos migrantes jóvenes pueden aplicarse a todos los menores que trabajan en la calle. Esta los modela a su modo. La pregunta que suscitan estos casos se encuentra perfectamente formulada al principio del documento Destino: Lima del que hemos sacado las informaciones más importantes: «¿Qué sucede cuando centenares de niños y jóvenes peruanos abandonan la escuela y se exponen a riesgos por una ilusión que no busca superar su pobreza?»43.

¿Quiénes son las niñas, niños y adolescentes que viven en la calle?

Antes de decidir abandonar el domicilio familiar para ir a vivir en la calle de manera definitiva, todos la han experimentado previamente, ya que han trabajado en ella. Han tejido relaciones con otros en la misma situación y la vía pública les aparece entonces como el único espacio de libertad en el que podrán realizarse. La gran mayoría –se trata tanto de chicas como de chicos– proviene de familias pobres que no satisfacen sus necesidades vitales y trata de colmarlas en la calle dedicándose a la venta ambulante o robando. En numerosos casos, el menor no soportó el ambiente familiar con su violencia verbal o física, el alcoholismo de los padres, su carencia de ternura, su ausencia prolongada cuando salen para trabajar. Se desprende para él una imagen degradada del padre y/o de la madre44. En varios casos, las familias reconstituidas son las responsables principales de la expulsión de los niños, quienes no soportan las nuevas relaciones que se instauran con los recién venidos45.

Con la elección de vivir en la calle, la ruptura es total con la institución escolar. Algunos nunca la han frecuentado, porque tenían que trabajar o porque sus padres nunca los mandaron, ya que no podían pagar los gastos de escolaridad, en particular el uniforme obligatorio, o ya que no veían su necesidad. Muchos otros tuvieron experiencias negativas con sus profesores y experimentan repulsión hacia el sistema. Varios sufrieron incluso malos tratos de parte de sus maestros46.

Antes de la rehabilitación del centro histórico de Lima, estos menores se encontraban ahí y la plaza San Martín era el lugar principal de reunión. Ahora se quedan más en los pueblos jóvenes y se concentran en todos los barrios en lugares precisos: Canto Grande, Huaycán, el centro comercial de la Panamericana Norte, Puente Piedra, La Victoria, La Molina, el parque de Villa El Salvador, Comas, El Callao, etc…47. Van cambiando de sitio permanentemente para esconderse de la policía y alquilan una habitación en hoteles baratos para pasar la noche o se aglutinan en casas destartaladas que ocupan; a veces duermen en la misma calle sobre cajas de cartón o bajo los puentes. Viven en pandillas, que son su punto de referencia y su apoyo. En realidad, la pandilla se sustituye a la familia. Con ella, son posibles todos los extravíos. Se organiza alrededor de un líder, generalmente mayor, que prepara las acciones delictivas por cometer (robos, agresiones) y tiene un territorio bien definido. La violencia y la delincuencia son los modos de funcionamiento más frecuentes. Las rivalidades entre pandillas dan lugar a verdaderos combates de calle en los que se exhiben incluso armas de fuego y cuchillos. Estas pandillas son una amenaza para la seguridad pública. Los ajustes de cuentas entre miembros pueden llegar hasta la muerte.

Dentro de la pandilla, el consumo de drogas viene a ser una actividad recreativa, les permite pasar momentos positivos en su vida caótica, evadirse del día a día, pero les sirve también para aplacar el hambre. La más utilizada es el pegamento de zapatero, llamado «terokal» (59 %), pero, rápidamente, consumen drogas más duras, marihuana (50 %), pasta básica de cocaína (41 %), éxtasis48. Resulta muy fácil encontrarlas, ya que se contaban más de 1 600 puntos de venta en Lima en el 201749. El tabaco y el alcohol se añaden a este abanico adictivo. Los riesgos son mayores para la alteración de la salud de estos menores en pleno período de formación. Además, bajo los efectos de los estupefacientes, estallan querellas que degeneran hasta tal punto que estos jóvenes pueden llegar a cometer crímenes y resultar encarcelados50.

La vida en la calle expone a estos niños y adolescentes a una vida sexual prematura y desenfrenada, con la experiencia de la homosexualidad y de la prostitución. Esta última puede empezar a los 11 años51. Muy a menudo, las chicas se encuentran embarazadas precozmente, sobre todo en el contexto de asociación entre droga y sexo52. En numerosos casos, el problema se resuelve con la toma de la píldora del día siguiente. Además, muchos frecuentan las cabinas de acceso a internet para ver películas pornográficas o informarse acerca de las formas nuevas de utilizar las drogas. Algunos se vuelven adictos también a los juegos.

Las medidas adoptadas por los distintos gobiernos

El gobierno se preocupa desde hace largo tiempo por luchar contra la pobreza que origina el trabajo infantil y la exposición de los niños en la calle. El programa Yachay es una red estatal de protección de los menores en situación de calle. Su finalidad es prevenir las situaciones que desembocan en el trabajo infantil, la mendicidad, la explotación sexual y la vida en la calle que acabamos de evocar y se preocupa también por reforzar los lazos familiares. Con talleres ocupacionales en 57 Centros de Referencia distribuidos en 21 regiones (deporte, dibujo, teatro, actividades culturales) y servicios especializados (centros abiertos, recuperación escolar, salud, formación técnica), el programa educa a los niños y adolescentes y les ofrece alternativas a los problemas sociales, tales como la violencia doméstica, la ausencia de protección, las dificultades económicas y educativas. El acercamiento a los chicos se hace por los educadores de calle, que identifican sus necesidades y los animan a participar en las actividades recreativas, deportivas y de formación que apuntan a reforzar la autoestima, a adquirir autonomía, a socializarlos y ayudarlos en sus estudios. Cada educador sigue a unos 70 protegidos. Se trata de un trabajo a largo plazo ya que se escalona en dos o tres años cuyos resultados no saltan rápidamente a la vista53. El seguimiento desemboca también en la obtención de la partida de nacimiento de los niños, del documento nacional de identidad y la afiliación a un seguro de salud. En el 2017, el programa Yachay se vinculó al INABIF (Instituto Nacional del Bienestar Familiar) para gestionar mejor la ayuda entregada a las familias. En adelante se llama Servicio de Educadores de Calle (SEC).

Entre 2014 y 2020, según las estadísticas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, esta estructura ha acompañado a 57 521 menores, cifra sobrevalorada en la medida en que los mismos reciben respaldo durante varios años seguidos, pero se nota un aumento notorio del servicio con el paso del tiempo54. La realidad podría rayar en unos 30.000 beneficiarios. Con la atención que se les prestó, el 10 % abandonó la calle y el 80 % disminuyó sus horas de trabajo en el espacio público55. En 2018 y 2019, 6 742 obtuvieron el Documento Nacional de Identidad y 6 112 accedieron a un seguro de salud. En estos dos años, el SEC apoyó también a 927 pequeños mendigos y a 803 niños que vivían en la calle56. En 2021, prestó ayuda a 576 menores que mendigaban y a 440 adolescentes cuyo hábitat era el espacio público57. Estos últimos eran sólo 59 en 201658. Dichos resultados son significativos, pero aparecen como una gota de agua en el mar de las necesidades.

Los menores que viven en la calle pueden acogerse en hogares públicos o en instituciones privadas –141 reciben subvenciones del Estado– para intentar recuperar las bases de su existencia, reintegrarse en la sociedad y reincorporarse dentro de su familia59. INABIF posee 53 Centros de Acogida Residencial (CAR) en todo el país: 35 básicos, seis de urgencia y 12 especializados60. De ellos, siete, en Cusco, Piura, Lima, Loreto y Madre de Dios, reciben a niñas y adolescentes víctimas de trata que se encuentran en desprotección familiar61. 15 centros están en Lima y 38 en provincia. En total, público y privado, en 2020, 6 497 menores se beneficiaron de esta acogida62. En marzo de 2020, el Ministerio abrió dos refugios temporales en Lima para brindar:

atención integral a las niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad que se encuentran expuestos en las vías públicas al contagio de la Covid-19, a fin de protegerlos del contagio y garantizar la satisfacción de sus necesidades de alojamiento temporal, alimentación y atención a su salud63.

En 2020, acogieron a 13 víctimas de trata y a 12 menores que vivían en la calle, pero, en 2021, se registraron solo tres64.

Los educadores de calle se acercan a los menores, establecen con ellos relaciones de confianza y, después, los convencen de integrar un centro de acogida residencial. Cuando deciden abandonar su lugar de vida, entran en él con una autorización judicial que los pone bajo tutela provisoria del Estado. Estos centros no son mixtos. Los beneficiarios encuentran en ellos el alojamiento, la alimentación, la educación y los cuidados personales que necesitan con terapeutas adecuados para recuperar la salud. Estos hogares trabajan para su reinserción escolar y se preocupan por dar a los adolescentes una formación profesional. La atención a cada uno es específica, gracias a un personal pluridisciplinario, entre otros un psiquiatra que les ofrece el seguimiento idóneo para que dejen de consumir drogas, y el equipo educativo los va guiando para que adopten poco a poco una conducta más sociable. Paralelamente, se lleva a cabo un trabajo con la familia para ayudarla a ser más protectora y cambiar los comportamientos necesarios para que el hijo o la hija pueda reencontrarse con ella65. Sin embargo, muchos menores dan señales de gran inestabilidad después de su experiencia en la calle y encuentran grandes dificultades para reconstruirse66, sobre todo porque no aceptan las reglas rígidas que se les imponen en estos centros cerrados67.

A la luz de las cifras avanzadas y de los resultados obtenidos a lo largo de los años, la inversión pública, aunque consecuente, está lejos de responder a las necesidades reales, y los financiamientos asignados para resolver estos problemas sociales no están a la altura de las expectativas. Se puede decir que solo cubren el 10 % de los requisitos verdaderos. Además, con la contracción del PIB del 11,1 % en 2020, la pandemia de Covid-19 ha provocado un aumento de la pobreza considerable. En Lima, ha pasado del 14,1 % de la población en 2019 al 21,8 % en 2020 y, para los niños y adolescentes, que sufren sus estragos mucho más que los adultos, del 22,4 % al 32,8 %. En cuanto a la pobreza extrema, ha pasado del 4,2 % al 9,5 %68. Si el trabajo infantil disminuyó sensiblemente hasta el año 2019, la Covid-19 ha invertido la tendencia. El Perú conoce pues años de retroceso y los progresos obtenidos se encuentran aniquilados en parte por la pandemia y sus circunstancias adversas.

Conclusiones finales

Los niños y los adolescentes peruanos que están en situación de calle pertenecen a familias cuya realidad es muy compleja. La miseria, la violencia en sus formas diversas, la exclusión social, la marginalidad, el trabajo informal de los padres se conjugan para forjar su destino. El trabajo realizado con ellos y sus familias por los educadores de calle se cifra en victorias duraderas para la promoción de sus derechos, pero, en comparación con las inmensas necesidades de estas poblaciones vulnerables, aparece como una pizca de sal y, ahora, la pandemia de Covid-19 viene arruinando estas inversiones. Cuando la supervivencia familiar entra en juego y los padres no ven la importancia de la escuela, ¿tienen los hijos la posibilidad de tomarse el tiempo para jugar y formarse? La misma sociedad tiene que cambiar la mirada que lleva sobre las desigualdades abisales que la atraviesan y encontrar la forma de reducirlas. El Estado que se ha comprometido a suprimir el trabajo infantil en 2025 no propone una política social lo suficientemente fuerte para disminuir la pobreza y erradicar tal práctica nefasta y protegerlos. Frente al número importante de menores que viven en pandillas en el espacio público, y frente a su violencia, hace falta, como lo subraya la educadora de calle María Victoria Villa Buitrón69, que desarrolle las estructuras y los servicios que los ayudan con fondos y personal en número suficiente –solo había 120 educadores para 21 regiones en 201870 y se realizaron 12 reclutamientos de asistentes educadores y dos coordinadores de educadores en 202071– para no delegar sus responsabilidades en las instituciones privadas, muchas veces más abiertas y acogedoras. Hasta en la calle, estos jóvenes son personas que tienen derechos que le toca preservar porque también son el futuro de la nación.

  • 1Inei, Perú: Perfil Sociodemográfico. Informe Nacional,Censos nacionales 2017: XII de Población, VII de Vivienda y III de Comunidades Indígenas [en línea], Lima, INEI, 2018, p. 51. Disponible en: https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1539/libro.pdf. Desde 1950 hasta 1973, los menores de 18 años fueron mayoritarios en la población. En 1972, representaban aún el 50,3 %, luego, como lo revelan los censos, su peso bajó regularmente: en 1981, constituían el 48 %; en 1993, el 43,6 %; en 2007, el 36,7 %; en 2017, el 31,3 %; y, según las estimaciones del INEI, en 2021, eran el 29,1 %. El cálculo es nuestro a partir de los datos del cuadro N° 2.6, «Evolución de la población, según ciclos de vida: 1972-2021, Estructura porcentual, Primera infancia (0-5 años), Niñez (6-11 años), Adolescencia (12-17 años)». INEI, Perú: Estado de la población en el año del Bicentenario, 2021 [en línea], Lima, INEI, 2021, p. 25. Disponible en: https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1803/libro.pdf.
  • 2Ministerio De La Mujer Y Poblaciones Vulnerables, Cuadernos sobre poblaciones vulnerables, Año 1, 4, 2013, p. 4.
  • 3Sausa Mariela, «Perú tiene la tasa más alta de trabajo infantil en Sudamérica», Perú 21, 09/06/2018.
  • 4Egúsquiza Palacín Beatty, Córdova Fernando Félix, «El trabajo infantil en el Perú: pasado reciente y perspectivas», Laborem, 24, 2021, p. 166, p. 186.
  • 5Ministerio Del Trabajo Y Promoción Del Empleo, Organización Internacional Del Trabajo, Magnitud y características del trabajo infantil en Perú, Informe 2015, Ginebra, OIT, Lima, Ministerio del Trabajo y Promoción del Empleo, 2016, p. 33, p. 82, p. 97; INEI, Perú: Características sociodemográficas de niños, niñas y adolescentes que trabajan, 2015. Encuesta nacional especializada de trabajo infantil (ETI), Lima, INEI, 2016, p. 16.
  • 6Benavente Flores Mariana, Los niños de la calle, Lima, Vox Populi Consultoría, 2017, p. 17; Redacción Perú 21, «Casi 200 mil niños trabajan en la calle», Perú 21, 11/09/2016.
  • 7Benavente Flores Mariana, Los niños de la calle, op. cit., p. 76.
  • 8Ministerio De La Mujer Y Poblaciones Vulnerables (MIMP), Estadísticas, Niña, Niño y Adolescente [en línea]. Disponible en: https://mimp.gob.pe/omep/estadisticas-btn-nna-php.
  • 9Grupo De Iniciativa Nacional Por Los Derechos Del Niño, «Contra la explotación infantil. El compromiso es de todos», Boletín electrónico, Edición especial n° 1, sin fecha, p. 2. Disponible en: http.www.gin.pe.
  • 10 «En Tambogrande 6 mil niños sufren explotación laboral» [en línea], La Hora, 28/08/2020.Disponible en: https://lahora.pe/piura-tambogrande-explotacion-sexual-ninos/. La mayoría de ellos se usan como mendigos: «Sullana registra casi 100 casos de niños en condición de mendigos», La Hora, 03/11/2020.
  • 11Benavente Flores Mariana, Los niños de la calle, op. cit., p. 205-206.
  • 12Inei, Perú. Estadísticas de trata de personas 2012-2019, Lima, INEI, agosto 2019, p. 10-13.
  • 13Fairlie Reinoso Alan, «Trabajo forzoso y trabajo infantil en el Perú» [en línea], La Mula, 04/03/2021. Disponible en: https://alanfairlie.lamula.pe/2021/03/04/trabajo-forzoso-y-trabajo-infantil-en-el-peru/alanfairlie/.
  • 14Benavente Flores Mariana, Los niños de la calle, op. cit., p. 213.
  • 15Villa Buitrón María Victoria, «Los niños, niñas y adolescentes en situación de calle (NNASC) y la cultura de la calle», Revista de Educación Social, Miscelánea, 31, julio-diciembre de 2020, p. 310-311.
  • 16Voces Para Latinoamérica, Sinergia Por La Infancia, Perfil de niños-as y adolescentes en situación de calle, Lima, 2008, p. 20, citado por Villa Buitrón María Victoria, «Los niños, niñas y adolescentes en situación de calle...», art. cit., p. 312.
  • 17Oit, Cepal, La pandemia por Covid-19 podría incrementar el trabajo infantil en América Latina y el Caribe. Nota técnica N° 1, Ginebra, Santiago de Chile, OIT, Cepal, 12/06/2020, p. 5.
  • 18Inei, Perú: Características sociodemográficas…, op. cit., p. 48.
  • 19CepalPerú, Perfil nacional sociodemográfico [en línea], 2019. Disponible en: https://estadisticas.cepal.org/cepalstat/Perfil_Nacional_Social.html?pais=PER&idioma=spanish. OIT, Perú. Impacto de la Covid-19 en el empleo y los ingresos laborales [en línea], Lima, setiembre 2020, p. 3. Disponible en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---rolima/documents/publication/wcms_75647.pdf.
  • 20 INEI, Perú: Características sociodemográficas…, op. cit., p. 37, p. 45.
  • 21Ministerio Del Trabajo Y Promoción Del Empleo, Organización Internacional Del Trabajo, Magnitud…, op. cit., p. 101.
  • 22Inei, Perú: Características sociodemográficas…, op. cit., p. 58.
  • 23Ibid., p. 67.
  • 24Ibid., p. 69-75.
  • 25Ibid., p. 84.
  • 26Ibid., p. 23.
  • 27Ministerio Del Trabajo Y Promoción Del Empleo, Organización Internacional Del Trabajo, Magnitud…, op. cit., p. 103.
  • 28Inei, Perú: Características sociodemográficas…, op. cit., p. 27.
  • 29Inei, Indicadores de educación por departamento, 2008-2018, Lima, INEI, 2019, p. 96, p. 102.
  • 30Inei, Perú: Características sociodemográficas…, op. cit., p. 27-28.
  • 31Defensoría Del Pueblo, Nota de prensa, «Advertimos preocupante aumento del trabajo en adolescentes» [en línea], N° 175/OCII/DP/2019, 11/06/2019. Disponible en: https://www.defensoria.gob.pe/nota_de_prensa/nota-de-prensa-n-175-ocii-dp-2019/.
  • 32Inei, Indicadores de educación…, op. cit., p. 47-53.
  • 33Ibid., p. 25.
  • 34Defensoría Del Pueblo, Defensoría del Pueblo: no se debe retroceder en la lucha contra el trabajo infantil en el contexto de la pandemia [en línea], 12/06/2021. Disponible en: https://www.defensoria.gob.pe/defensoria-del-pueblo-no-se-debe-retroceder-en-la-lucha-contra-el-trabajo-infantil-en-el-contexto-de-la-pandemia.
  • 35Ibid., Informe técnico, Estado de la Niñez y Adolescencia, Julio-Agosto-Setiembre 2021 [en línea], 4, diciembre 2021, p. 14. Disponible en: https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/boletines/04-informe-tecnico-ninez-y-adolescencia-jul-ago-set-2021.pdf.
  • 36Redacción El Comercio, «¿Cuáles son las consecuencias de la deserción escolar?» [en línea], El Comercio, 25/03/2021. Disponible en: https://elcomercio.pe/respuestas/cuales-son-las-consecuencias-de-la-desercion-escolar-ano-escolar-2021-revtli-noticia/.
  • 37Grupo De Iniciativa Nacional Por Los Derechos Del Niño, op. cit., p. 2.
  • 38Ministerio De La Mujer Y Poblaciones Vulnerables, Destino: Lima. Crónica de una infancia en busca de oportunidades, Lima, MIMP, Yachay, 2015, p. 55. Versión electrónica disponible en: https://issuu.com/uagcyachay/docs/cronica_destino_lima.
  • 39Ibid., p. 33.
  • 40Ibid., p. 33, p. 72.
  • 41Ibid., p. 41-42.
  • 42Ibid., p. 41.
  • 43Ibid., p. 15.
  • 44Benavente Flores Mariana, Los niños de la calle, op. cit., p. 15-17, p. 26-35, p. 37-45.
  • 45Casquero Mayuntupa Roberto Naím, «La realidad de las niñas, niños y adolescentes en situación de calle», Revista Peruana de Psicología y Trabajo Social, Volumen 6, 1, 2017, p. 33.
  • 46Benavente Flores Mariana, Los niños de la calle, op. cit., p. 50-63.
  • 47Ibid., p. 86; Casquero Mayuntupa Roberto Naím, «La realidad de las niñas, niños y adolescentes…» art. cit., p. 33.
  • 48Benavente Flores Mariana, Los niños de la calle, op. cit., p. 106; Casquero Mayuntupa Roberto Naím, «La realidad de las niñas, niños y adolescentes…», art. cit., p. 34.
  • 49Conto Marina, «¡Alarmante cifra!: existen 1600 puntos de venta de drogas en Lima y Callao» [en línea], Ojo, 26/01/2017. Disponible en: https://ojo.pe/policial/1600-puntos-de-venta-de-drogas-en-lima-y-callao-235683-noticia/.
  • 50Benavente Flores Mariana, Los niños de la calle, op. cit., p. 92-108.
  • 51Ibid., p. 107.
  • 52Casquero Mayuntupa Roberto Naím, «La realidad de las niñas, niños y adolescentes…», art. cit., p. 34, p. 36.
  • 53Ministerio De La Mujer Y Poblaciones Vulnerables, Destino: Lima…, op. cit., p. 59-60; Ibid., Informe de evaluación de implementación del Plan Operativo Institucional 2020, Período anual [en línea], enero de 2021, p. 6. Disponible en: https://www.mimp.gob.pe/files/transparencia/poi/informe-de-evaluacion-de-implementacion-del-POI-2021-inabif.pdf.
  • 54Ibid., Estadísticas, Niña, Niño y Adolescente [en línea]. Disponible en: http://www.mimp.gob.pe/omep/estadisticas-btn-nna.php. El cálculo total es nuestro, resulta de la suma de las cifras anuales proporcionadas por el Ministerio en la sección Educadores de calle. Los datos exactos son los siguientes: 2014, 5 561; 2015, 6 518; 2016, 7 228; 2017, 7 051; 2018, 6 963; 2019, 8 074; 2020, 6 795; 2021, 9 331.
  • 55Plataforma De Seguridad Alimentaria Y Nutricional, «Programa Nacional Yachay», Lima, 2016, última página; «Casi 200 mil niños trabajan en la calle», Perú 21, 11/09/2016; Redacción Perú 21, «El 86 % de los niños de la calle cree que su futuro puede ser bueno» [en línea], Perú 21, 17/08/2017. Disponible en: https://peru21.pe/lima/86-ninos-calle-cree-futuro-bueno-241898-noticia/; «MIMP atendió a más de 5,000 niñas, niños y adolescentes en situación de calle», Agencia Andina, 12/06/2018; Ministerio De La Mujer Y Poblaciones Vulnerables, «MIMP: Más de mil niñas, niños y adolescentes se alejaron del trabajo en las calles durante el 2019», Nota de prensa, 07/01/2020; Programa Integral Nacional Para El Bienestar Familiar – INABIF, «Servicio de educadores de calle para prevención del trabajo infantil», Nota de prensa, 12/06/2020.
  • 56 OIT, Solicitud directa (CEACR) Adopción: 2020, Publicación: 109ª reunión CIT (2021) [en línea], Lima, 2021. Disponible en: https://www.ilo.org/dyn/normlex/es/f?p=NORMLEXPUB:13100:0::NO::P13100_COMMENT_ID:4058593.
  • 57Ministerio De La Mujer Y Poblaciones Vulnerables, Estadísticas, Niña, Niño y Adolescente, op. cit.
  • 58Ibid., Yachay, Boletín estadístico, enero-diciembre de 2016, p. 2.
  • 59Programa Integral Nacional Para El Bienestar Familiar – Inabif, «Servicio de educadores de calle para prevención del trabajo infantil», Nota de prensa, 12/06/2020.
  • 60Ministerio De La Mujer Y Poblaciones Vulnerables, Informe de evaluación de implementación del Plan Operativo Institucional 2020, Período anual, op. cit., p. 5. En 2014, había 36 CAR; en 2016, 41; en 2018, 42; en 2019, 47. Los seis CAR de urgencia se abrieron en 2018. En 2021, se inauguró un nuevo centro en Lima capaz de atender a 50 menores. Menores acogidos anualmente en los CAR: 2014, 1 617; 2015, 1 694; 2016, 2 929; 2017, 2 718; 2018, 2 596; 2019, 2 834; 2020, 2 138; 2021, 2 145. Menores acogidos en los CAR de urgencia: 2018, 235; 2019, 817; 2020, 389; 2021, 591. Menores acogidos en Servicio de refugios temporales; 2020, 164; 2021, 164. Ibid., Estadísticas, Niña, Niño y Adolescente, op. cit.
  • 61Programa Integral Nacional Para El Bienestar Familiar – Inabif, «Inabif recibe donación destinada a los Centros de Acogida Residencial especializados en la atención de niñas y adolescentes en desprotección» [en línea], Nota de prensa, 11/08/2021. Disponible en: https://www.gob.pe/institucion/inabif/noticias/510677-inabif-recibe-donacion-destinada-a-los-centros-de-acogida-residencial-especializados-en-la-atencion-de-ninas-y-adolescentes-en-desproteccion.
  • 62Ministerio De La Mujer Y Poblaciones Vulnerables, «MIMP brinda asistencia técnica a los Centros de Atención Residencial para prevenir el Covid-19», Nota de prensa, 03/04/2020.
  • 63Ibid., Informe de evaluación de implementación del Plan Operativo Institucional 2020, Período anual, op. cit., p. 5.
  • 64Ibid., Estadísticas, Niña, Niño y Adolescente, op. cit.
  • 65Ibid., Manual de intervención en Centros de Acogida Residencial de Niñas, Niños y Adolescentes sin cuidados parentales, Lima, noviembre de 2013, p. 78.
  • 66Casquero Mayuntupa Roberto Naím, «La realidad de las niñas, niños y adolescentes…», art. cit., p. 36. Para precisar este punto, el hogar CIMA (Centro de Integración de Menores en Abandono), situado en Cieneguilla, ha acogido, en 30 años de existencia, a unos 2 700 chicos de ocho a 18 años: el 70 % ha conseguido reinsertarse en su familia y la sociedad con éxito y ha salido adelante. El 30 % ha recaído después del egreso. Recuperado de Internet: https://www.hogarcima.org/que-hacemos/impacto-de-la-intervencion/.
  • 67Jaramillo García Enrique Marino, Niños, niñas y adolescentes en situación de calle. Actores sociales en Lima Metropolitana (1990-2010), Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 2015, p. 343-352.
  • 68Unicef, Covid-19: Impacto en la pobreza y desigualdad en niñas, niños y adolescentes en el Perú. Estimaciones 2020-2021, Lima, Unicef, octubre 2020, p. 10, p. 14, p. 16.
  • 69Villa Buitrón María Victoria, «Los niños, niñas y adolescentes en situación de calle», art. cit., p. 319.
  • 70 «MIMP atendió a más de 5,000 niñas, niños y adolescentes en situación de calle», Agencia Andina, 12 de junio de 2018.
  • 71 Ofertas de plazas presentes en el sitio Internet del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables en 2020.